23 mayo 2006

Pena

Los sentimientos son como los colores. Hay colores básicos (el amarillo, el magenta, el cyan) y colores compuestos (el verde, el naranja, el lila). Del mismo modo, hay sentimientos compuestos, como el amor (un poquito de admiración/simpatía/atracción sexual/deseo/afinidad, en diferentes dosis según la persona y el momento), y sentimientos básicos, como la pena. ¿Qué es más sencillo conseguir, un color básico o uno compuesto? Todo el mundo sabe como se genera el verde, pero...¿de dónde sale el amarillo? Imagino que escribir sobre los sentimientos es similar. Todo el mundo puede describir el amor (aunque unos lo hagan mejor que los otros; os recomiendo Del Amor, de Alain de Botton). Pero escribir sobre la pena...

Por esas casualidades de la vida, han caído en mis manos dos reflexiones sobre la pena de muy diferente naturaleza, pero al mismo tiempo increíblemente parecidas. Por un lado, Una pena en observación, de C. S. Lewis, que recoge las reflexiones del autor tras la muerte de su mujer. Por el otro, El llibre trist, de Michael Rosen, un álbum infantil que reflexiona sobre la pena.


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Una vez leí la siguiente frase: “Permanezco despierto toda la noche con dolor de muelas, dándole vueltas al dolor de muelas y al hecho de estar despierto.” Esto tambie´n se puede aplicar a la vida. Gran parte de una desgracia cualquiera consiste, por así decirlo, en la sombra de la desgracia, en la reflexión sobre ella. Es decir, en el hecho de que no se limite uno a sufrir, sino que se vea obligado a seguir considerando el hecho de que sufre. Yo cada uno de mis días interminables no solamente lo vivo en pena, sino pensando en lo que es vivir en pena un día detrás de otro. (Lewis, p. 17)

Y la pena se sigue sintiendo como miedo. Aunque tal vez fuera más exacto decir que como un “suspense”. O como una expectativa; eso es. Es como estar colgado a la espera de algo que va a pasar. Esto confiere a la vida una sensación permanente de provisionalidad. Parece como si no valiera la pena empezar nada. No soy capaz de encontrar asiento, ando azogado y nervioso, bostezo, fumo muchísimo. Antes nunca llegaba a tiempo para nada. Ahora no hay nada más que tiempo. Tiempo en estado casi puro, una vacía continuidad. (Lewis, p. 49)

La pena es como un valle dilatado y sinuoso, que a cada curva puede revelar un paisaje totalmente nuevo. Pero no todas las curvas lo hacen, como ya he dejado dicho. A veces la sorpresa que recibimos es justamente la contraria; se nos brinda una clase de panorama idéntico al que creíamos haber dejado muchas millas atrás. Entonces es cuando se pregunta uno si el valle no será una trinchera circular. No lo es. Se dan recurrencias parciales, pero la misma secuencia no se repite. (Lewis, p. 84)

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On és?
La tristor és pertot arreu.
Ella ve i et troba.

Quan ve?
La tristor et pot arribar
en qualsevol moment.
Ella ve i et troba.

Qui pot estar trist?
Tothom ho pot estar.
La tristor ve i et troba.

I escric:

La tristor és un lloc,
un lloc fosc i profund
com l’espai que hi ha sota el llit.

La tristor és un lloc,
un lloc immens i clar
com el cel que hi ha damunt meu.

Quan és fosc i profund
no goso anar-hi

Quan és immens i clar
m’agradaria ser com l’aire.

(Rosen)

4 comentarios:

Miguel Sanfeliu dijo...

El libro de C. S. Lewis es demoledor. Lo leí hace tiempo. Quizá coincidiendo con el estreno de la película de Richard Attenburough. Recuerdo que, pese a su brevedad, es capaz de anudarte el estómago.

Anónimo dijo...

Comparto nudos, lágrimas y masoquismos con vosotros. Me encantaron ambos títulos. Y el texto de "El libro triste" es muy bonito, pero ¿qué me dices, Sfer, de las ilustraciones? Esa doble página con un recorrido por las fotos del hijo, de bebé a adolescente, y una última foto imposible. (No se puede fotografiar a los muertos.) Es el recuadro en blanco más sobrecogedor que he visto nunca. Quentin Blake es un genio.

sfer dijo...

Impacta desde la primera hasta la última página. Porque la primera ilustración parte el alma (está triste, pero disimula). No sé si serán genios, pero desde luego son valientes.

Anónimo dijo...

¡Uy, es verdad! Se me olvidaba que calificar a alguien de genio o no-genio (vg."Somoza no es ningún genio"), puede resultar un ejercicio muy, muy peligroso. ;-)
¿Tristeza para niños? Sí, dejémoslo en valiente.
¡No, qué demonios! ¡Blake es un genio!