27 julio 2007

Por qué no se deben cerrar los libros de golpe


Rosa y la oveja negra tenían una biblioteca de libros especiales. Cuando se sentaban en los sillones a leer, les daba un misterioso escalofrío por la espalda. Poco después notaban cómo empezaban a flotar por encima de los asientos. Y, a medida que seguían leyendo, se iban elevando más y más hacia el techo de la habitación. Rosa y la oveja negra nunca cerraban los libros de golpe para evitar caídas. Preferían hacerlo poquito a poco. De esta manera, regresaban lentamente a sus sillones y disfrutaban más de la lectura.

[Uno de los Cuentos como pulgas de Beatriz Osés, aunque éste no aparece en el libro, sino en el número 205 de la revista CLIJ. La imagen es un clipart de Discovery School que podéis descargar desde aquí.]

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