26 septiembre 2012

Los príncipes valientes

Le decimos leer y somos nosotros, que corremos entre los bloques de edificios, y sacudimos los troncos de los árboles empapados de lluvia, y cazamos a las arañas en sus telas, y recogemos cascos de botellas de leche y de botellas de champán, y buscamos cobre, bobinas de cobre caídas entre las matas que crecen en los solares, y junto a los huertos, y al sol de las escombreras que hay al lado de cualquier obra. Somos mi amigo y yo, mirándolo todo, palpitando y leyendo a la vez, y haciéndonos tenaces con la tenacidad de las ortigas, de los amarantos, de las malvas que nacen al borde de las vías del tren, o en los basureros, o al pie de los muros de las fábricas, y embebiéndonos del salvajismo de los juncales y de las mimbreras de la orilla del río, e infiltrándonos del vértigo de las torres eléctricas. Y todo esto lo vamos a creer lectura en nuestro leer interminable, sin reparar en que al mismo tiempo estamos latiendo como palpita con su pulso regular una estrella de neutrones o gira despaciosamente la blanca luz de un faro. Porque lo que hacemos es respirar, ser cada uno de nosotros a todas horas, hablar con inquietud y mirar con los ojos muy abiertos, por ejemplo, cuando entramos en el cuarto modesto de la biblioteca de la escuela, y nos detenemos indecisos ante un puñado de libros ilustrados, ordenados en sus estantes metálicos de tuercas y orificios, por los que asoman los extremos de los volúmenes más altos. Así partimos en busca del secreto de las tardes, y marchamos a la captura de la claridad de esos días, y juntos atravesamos la quietud del colegio, y a todo eso también vamos a llamarlo leer, porque para nosotros dos, para mi amigo y para mí, nada va a existir más allá de nuestros libros. En realidad, de tal modo ocurre, lo que hacemos es respirar el aire rutinario que nos rodea, y que para nosotros es ante todo un aire lleno de abecedarios, de caligrafías, y de signos ortográficos y de puntuación, de palabras recién estrenadas, de frases subordinadas en un lugar de clases subordinadas, de pliegos encuadernados que viven despegados dentro de los libros. Y nosotros vamos a llamarle leer a todo eso tan difuso y tan concreto, que a fin de cuentas es ir viviendo, o ir viviéndonos.

***
El principio de Los príncipes valientes, de Javier Pérez Andújar.
Por qué cuando lo leí, hace un par de años, no lo puse aquí, es un misterio que no llego a comprender...

24 septiembre 2012

Monday Link Pack

























[Imagen de Allison Wade]

[Me encantan los Friday Link Packs de swissmiss - como este, este o este. Pero creo que los lunes necesitan más motivación que los viernes. No lo voy a hacer cada lunes, porque soy conocida por ser una inconstante, pero hoy sí. ¡Disfruten!]

- Un capítulo de Moby Dick al día (del primero se encarga la fascinante Tilda Swinton). En inglés, eso sí.
- 100 ilustradores rediseñan las portadas de 100 clásicos de la literatura universal. Solo voy a ponerles un ejemplo: The New York Trilogy por Beatrice Alemagna...
- Lo juro por Gutenberg.
- El cielo y la tierra (y un recordatorio: lo que no hagamos hoy, quizá no podamos hacerlo mañana).
- ¿Qué colores escogería Pantone para pintar la casa de Flaubert, Austen, Chandler, Stevenson o Hemingway?
- Bookends (tiene que haber una palabra en castellano para estos objetos, y no sé cual es...).
- Un jardín de libros (setas incluidas).
- ¡Altamente recomendable! Chip Kidd (responsable, entre otras, de algunas de las portadas de Murakami en las ediciones americanas) habla sobre su trabajo en TED, y pueden ver el vídeo con subtítulos en castellano.

21 septiembre 2012

Much better now


Much Better Now from Salon Alpin on Vimeo.

Señores: se nos acaba el verano.
[Y a mí me gustan las semanas capicúas...]

19 septiembre 2012

Preguntas y respuestas (10)

it´s a book
but is it a good one? that's the key question...

¿Qué mensaje lanzarías al mar dentro de una botella?
Mira a tu alrededor: no estás sol@.

¿Tienes "libreta de frases deplorables"? ¿Qué otras libretas te acompañan al leer?
"frases deplorables"?? no!! frases memorables!! No pienso perder el tiempo copiando en una libreta frases que sería mejor olvidar! Aparte de la libreta de frases memorables (que me sirve también de diario de lecturas, pues tomo nota de todos los libros (o casi...) que leo, junto con las fechas, también tengo una libreta multiusos - tipo agenda - en la que anoto los libros que me voy encontrando y que me apetecería leer algún día. Los últimos que anoté fueron "Stoner", de John Williams y "¡Despierte, señor!", de Jonathan Ames.

hola
caracola

tienen fasebook?
No, Librosfera solo está en el blog (http://librosfera.blogspot.com), en Twitter (http://www.twitter.com/librosfera) y por supuesto tiene un correo electrónico (librosfera-arroba-gmail-punto-com). Pero Facebook, de momento, no.

¿Qué tal "La isla de Bowen"? ;-)
"La isla de Bowen" me ha gustado mucho mucho mucho. Es una novela de aventuras super clásica. Tan clásica, que hasta sale Nemo, y un capitán apellidado Verne, y una isla misteriosa y un malo malísimo al que hay que odiar sí o sí, y un final super sorprendente pero creíble al fin y al cabo. Me lo ha pasado bomba, y creo que para chavales de unos 14 años (menos incluso, si son buenos lectores capaces de enfrentarse a un libro de envergadura) es genial. Y para chicas también, que los personajes femeninos tienen mucha guerra! Soy un poco imparcial porque Mallorquí es mi autor fetiche número 2 de la literatura juvenil española, pero creo que con este libro se ha lucido de verdad. Se nota que se lo ha pasado bomba escribiéndolo.

¿Cuáles son para ti los clásicos de la literatura infantil en castellano?
No tengo demasiada experiencia leyendo clásicos, la verdad... siempre me he inclinado más por la literatura contemporánea, y voy descubriendo a los clásicos (o canónicos), poco a poco. Todavía no he leído nada (o muy poco) de autores tan fundamentales como Montserrat del Amo o Gloria Fuertes o Ana María Matute, y solo hace un año descubrí a Juan Farias, así que no estoy muy capacitada para recomendar clásicos. Si algún día te apetece que te cuente cuales son mis autores favoritos... ah, eso ya será otra cosa!

Bueno, cuéntame cuáles son tus favoritos de la literatura infantil en castellano. Pero yo me apunto para bucear en los clásicos infantiles, que andan sólo por las bibliotecas...
Espero poder dedicarle un poco más de tiempo a recomendaros algunos de mis favoritos en el blog, pero de momento puedes visitar la serie que hice hace algunos años titulada "Seis días seis álbumes" (http://librosfera.blogspot.com.es/2008/06/6-das-6-lbumes-presentacin.html), en la que hablo de seis de mis álbumes ilustrados favoritos. Me gustaría volver a hacer algo así de nuevo, pronto...

porque no ponen todo el libro ;)
Porque entonces nos perderíamos uno de los máximos placeres de la vida: las excursiones a las librerías y las bibliotecas :-)

¿Tienes algun ebook?¿Lo utilizas? o ¿prefieres los ipads?
De momento ni una cosa ni la otra, y no los utilizo. Sigo enganchada al papel, y solo leo en pantalla con el portátil textos relativamente cortos (a la que me encuentro un texto que me va a llevar más de 15 minutos de lectura, me lo imprimo - lo sé: antediluviano!) Hasta que las bibliotecas no se pongan las pilas con el tema ebook no creo que empiece a utilizarlos, porque la mayoría de libros que leo los tomo en préstamo de las bibliotecas. Y lo que me compro, me lo compro en papel porque me gusta...

Hay que leer en verano? Razone la respuesta...;)
¿Acaso se le ocurre algo mejor que hacer durante las largas y calurosas tardes de verano?

¿Has escrito un libro?, ¿piensas escribir uno?
De momento no, y no lo tengo previsto. De momento, tengo suficiente con leer los que escriben los demás.

Por favor, me puedes dar una sugerencia de lectura absorbente para el verano? Vamos que casi me quede enganchado al libro....
Kafka en la orilla, de Murakami (aunque eso es algo muy muy personal... si no te quedas pegado, yo no respondo).

¿estas de acuerdo con vender los libros a peso?
Bueno, es algo relativamente común en las librerías de segunda mano o de viejo, pero no es una práctica muy extendida, que digamos. Nunca lo he probado, la verdad, aunque supongo que nadie regala duros a cuatro pesetas (¿hay equivalente "eurístico" para esa frase hecha?), como en ningún sitio...

quiero hacer el amor con una chica sexi
¿Y quien no?

Two questions: (i)Dado que nuestro tiempo y paciencia son finitas, arriesgamos o leemos sobre seguro? Clásicos vs. nuevos valores...? (ii) Todo lector es un escritor en potencia (espero que al revés si!!)
De vez en cuando aparece alguien por aquí con las preguntas más serias de la historia de la lectura, y me halaga y me da un poco de miedo contestar...
La primera: hay gente que opta por no leer a autores que no lleven muertos más de 30-40-50 años, para asegurarse de que han superado el paso del tiempo y que por lo tanto "merecen" ser leídos. Al contrario, también hay gente que no lee nada que no se haya publicado hace 2-5-10 años (básicamente, leen los libros que acumulan más ejemplares en las mesas de novedades). Yo soy del intermedio. Me cuesta mucho leer a los clásicos, pero es porque soy un pelín perezosa y porque por la experiencia lectora que tengo, disfruto más con autores contemporáneos (o relativamente: siglos XIX al XXI) que con el resto.
Yo creo que dado que nuestro tiempo y paciencia son finitas, como bien apuntas, más que descartar a unos o a otros lo que debemos hacer es escoger bien, y dejarnos aconsejar por aquellas personas en las que confiamos o cuyo criterio haya coincidido con el nuestro en ocasiones anteriores. Gracias a Internet, hoy en día esto es bastante fácil de conseguir (por ejemplo: en plataformas como anobii puedes puntuar los libros y comprobar quien ha coincidido en tus mismas puntuaciones y qué libros se ha leído esa persona que le hayan gustado especialmente y que tú no hayas leído, para ir a por ellos). Yo soy de las que me arriesgo, aunque también he de decir que no suelo hacerlo con libros de más de 300 páginas, por si acaso... Y cuando recomiendo hay unas cuantas personas que se fían de mi criterio y que han disfrutado con lo que les he recomendado, así que por ahí es por donde intento caminar.
En cuanto a la segunda pregunta, no creo que todo lector sea un escritor en potencia. La lectura supone una interpretación, pero no una escritura. Hace poco leía en "La librería ambulante" de Christopher Morley la siguiente frase, con la que estoy muy de acuerdo: "Siempre he tenido la impresión de que es mejor leer un buen libro que escribir uno malo y pobre". Y, por supuesto, tal como dices, no creo que se pueda ser escritor sin haber sido antes lector... quien lo pretenda, ¡por los huesos de George Eliot!, no sabe lo que hace...
(¿He salido airosa al reto? Eso espero! Gracias por las preguntas!!)

Preguntas: ninguna. Sólo decir que me sorprenden tus creaciones literarias. Son magníficas! 
Mis creaciones literarias? Yo me limito a "transmitir" las creaciones literarias de otros, pero gracias igualmente :-)

LOS MONOS EXISTEN
Y muchos de ellos se dedican a la política...

***

¿Alguna pregunta más?

17 septiembre 2012

"D"



[Lo encontré hace muchísimo tiempo en Paper Friends - qué lástima que no actualice más a menudo -, pero hasta hoy no había encontrado el momento de verlo]

12 septiembre 2012

Flautistas

Por eso la escuela debe ser literaria y el maestro, antes que nada, alguien que cuenta cosas. Un maestro no necesita para esta tarea que los niños le entiendan, debe arreglárselas para que le sigan, para que vayan donde él va. Como el flautista de Hamelin, debe contagiar a los niños su felicidad y su arma para lograrlo son las palabras. No las palabras de las creencias, que le dicen al niño cómo debe pensar y vivir; sino las palabras libres del relato, que le animan a encontrar su propio camino. Sherezade encanta al sultán con sus historias y así logra salvar la vida; la Pequeña Cerillera ilumina el mundo con sus frágiles fósforos, y en un cuento de Las mil y una noches un muchacho ve cómo un grupo de ladrones hace abrirse la montaña donde guardan sus tesoros con una palabra. Las palabras de la escuela deben ser ese ¡ábrete Sésamo! capaz de abrir las piedras y llevar al niño a la cueva donde se guardan los tesoros del corazón humano. Pero también, como las llamas de la cerillera, deben ayudarle a ver el mundo. No sólo a ver mejor, sino a ver lo mejor, como quería Juan de Mairena.

***

Gustavo Martín Garzo, en este artículo de hace unos días.
Ánimo a todos los maestros y profesoras que esta semana vuelven a las aulas.
Demostrad de lo que sois capaces.

08 septiembre 2012

Verano 2012 - ¿Y vosotros?

¿Qué habéis leído este verano?
¿Qué principio os ha dejado anonadados?
¿Qué personaje os ha robado el corazón?
¿Qué pasaje os ha emocionado hasta la médula?
¿Qué escena os ha hecho vibrar de emoción?

Para este verano ya llegamos un pelín tarde, pero... ¿me recomendáis alguna de vuestras lecturas estivales para el verano que viene?
[Por aquí ya me han dejado la primera: Los enamoramientos de Javier Marías - ¡Gracias Juan!]

07 septiembre 2012

Verano 2012 - Sexo

Pero estaba hablando el Santo cuando se oyó un ruido, cercano - y luego la puerta abriéndose. Aparte de callarnos, nos pusimos la sábana por encima - el pudor de costumbre. Podía ser cualquiera, pero era Andre. Entró en la habitación, cerró de nuevo la puerta, llevaba puesta una camiseta blanca y nada más. Miró un poco a su alrededor, luego vino a meterse en nuestra cama, entre Luca y yo, como si ése fuera el pacto. Lo hacía todo con tranquilidad, sin decir ni una palabra. Apoyó su cabeza sobre el pecho de Luca, quedándose un rato inmóvil, de costado. Una pierna sobre las suyas. Luca al principio no hizo nada, luego empezó a acariciarle el pelo, todavía se oía la música de la fiesta, a lo lejos. Luego se habían estrechado un poco más y entonces yo me senté en la cama, con idea de marcharme, la única idea que se me había ocurrido. Sin embargo, Andre se volvió tan sólo un poco y me dijo Ven aquí, cogiéndome de la mano. Así que me eché en la cama detrás de ella, con mi corazón pegado a su espalda, manteniendo las piernas un poco hacia atrás, primero, pero luego apretándome algo más, con mi miembro contra su piel, rotunda, que empezó a moverse, lenta. La besaba en la nuca, mientras ella pasaba sus labios por los ojos de Luca, suavemente. Así notaba la respiración de Luca y, muy cerca, su boca entrecerrada. Pero donde yo hacía que se deslizaran mis manos, él retiraba las suyas - tocábamos a Andre sin tocarnos, inmediatamente de acuerdo en que no íbamos a hacerlo. Mientras ella nos tomaba con suavidad, todo el rato en silencio, y mirándonos cada vez.

Alessandro Baricco - Emaús.

Sumire se desplazó un poco más hacia arriba. Con la punta de la nariz rozó el cuello de Myû. Los pechos de ambas se tocaron. Myû tragó saliva. La mano de Sumire vagaba por su espalda.
- Me gustas - dijo Sumire en voz baja.
- Tú a mí también - dijo Myû. ¿Qué otra cosa podía decir? Era la verdad.
Luego, los dedos de Sumire empezaron a desabrochar los botones del camisón de Myû. Ella intentó frenarla. pero Sumire no se detuvo.
- Sólo un poco - dijo -. Sólo un momento.
Myû no pudo resistirse. Los dedos de Sumire acariciaron sus pechos. Los dedos resiguieron la curva de sus pechos. La punta de la nariz de Sumire oscilaba de derecha a izquierda sobre la garganta de Myû. Sumire le tocó los pezones. Los acarició con delicadeza, los pellizcó. Al principio tímidamente, luego con más fuerza.

Haruki Murakami - Sputnik, mi amor.

06 septiembre 2012

Verano 2012 - Libros

A través de los libros de mi padre aprendía a conocer a los adultos por dentro. No eran los gigantes que pretendían creerse. Eran niños deformados por un cuerpo voluminoso. Eran vulnerables, criminales, patéticos y previsibles. Podía anticipar sus gestos; a los diez años era un mecánico del artefacto adulto. Sabía desmontarlo y volver a montarlo.

[...]

Seguía leyendo algunos tebeos, pero más los libros que me llenaban el cráno y me ensanchaban la frente. Leerlos se parecía a adentrarse en el mar con la barca, la nariz era la proa, las líneas, las olas. Iba despacio, a golpes de remo, ciertas palabras que no entendía las dejaba correr, sin rebuscar en el diccionario. En espera de entenderlas, quedaban aproximativas. Tenía que entenderlas por mi cuenta, definírmelas a través de otras ocasiones, a fuerza de toparme con ellas.

Erri de Luca - Los peces no cierran los ojos.

Creo que leer un buen libro te hace modesto. Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. Es como mirar la Osa Mayor en una noche clara o como ver el amanecer en invierno cuando uno va a recoger los huevos de la mañana. Y cualquier cosa que te haga sentir pequeño es maravillosamente buena.

[...]

"¡Dios!", dijo, "cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir. ¡Repámpanos! Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas la gente correría a su puerta a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvaciones eternas. Sí, señora, salvación para sus pequeñas y atribuladas almas. Y no vea cómo cuesta que lo entiendan. Sólo por eso vale la pena. Estoy haciendo algo que a nadie se le ha ocurrido hacer desde Nazareth, Maine, hasta Walla Walla, Washington. ¡Es un nuevo campo, pero vaya si vale la pena! Eso es lo que este país necesita: ¡más libros!"

Christopher Morley - La librería ambulante.

05 septiembre 2012

Verano 2012 - Personajes

He rebasado ya la edad que tenía mi padre cuando murió. Nací por tanto hace ya muchos años. Buscando para mí una vida paralela, como las que diseñó Plutarco, no sabría cuál elegir. Tuve una vida oscura, algún destello singular: fui músico, ejercí oficios varios, escribía encorvado y en secreto, estudié letras superiores, viví algún tiempo fuera de España, matrimonio, dos hijos, trabajo estable, publiqué algunos libros, poco más. Podría compararme con algún río de curso irresoluto que salga al fin a un llano y quede expuesto, siempre discretamente, a sequías y desmadres. Mi signo es la intermitencia; mi pasión, cierta variedad de tendencias que me impiden el disfrute de mí mismo, y cuyo símbolo encomiendo a un cruce de veredas; mi dulzura es la naturaleza y el verano, que es tanto como decir la melancolía de la infancia;  mi dolor es la insatisfacción crónica y la repentina falta de entusiasmo; la literatura ha acabado por ser, después de la tormenta, una reparación de daños. Cierta afección a la soñolencia, unida a la renuncia a descubrir en mí el reino de Jauja, me inclinan a pensar que el cordaje vital se me ha aflojado y estoy en la hora en que las melodías no son ni dulces ni arrebatadoras, sino sólo el son del agua que fluye y pasa bajo el sueño. Ya raramente me duelen las palabras, y los quiebros de la sintaxis no me hieren. Tampoco doy la talla, por mi condición o imagen, para ser estimado como náufrago. Los frutos de mis ocios no son testimoniales porque no soy noticia ni cifra ni tengo... esa ruda manera de no aceptar..., esa pasión del alquimista..., esa pasión que hace de la existencia un eslabón donde cualquier objeto arranca chispas... En fin, cerremos aquí este balbuceo.

Luis Landero - Entre líneas: el cuento o la vida.

Ya lo he dicho, de entre todos es mi mejor amigo. Podemos entendernos con un gesto, a veces nos basta una sonrisa. Antes de que aparecieran las chicas, pasamos juntos todas las tardes de nuestra vida - o por lo menos eso es lo que nos parece. Sé cuándo está a punto de marcharse y a veces podría decir un instante antes cuándo empezará a hablar. Lo encontraría en medio de una multitud, echando un simple vistazo, sólo por su forma de caminar - los hombros. Parezco mayor que él, todos lo parecemos, porque en él ha quedado mucho del niño: en los huesos pequeños, en la piel inmaculada, en los rasgos de su rostro, que tiene delicados y hermosísimos. Como las manos, y el cuello delgado - las piernas secas. Pero él no lo sabe, a duras penas lo sabemos nosotros - como ya he dicho, la belleza física es algo en lo que no nos fijamos. No es necesaria para la edificación del Reino. De manera que Luca lleva la suya encima sin usarla - una cita pospuesta. A la mayoría les parece un tipo distante, y las chicas adoran esa distancia, a la que llaman tristeza. Pero, como a todos, a él le gustaría, simplemente, ser feliz.

Alessandro Baricco - Emaús.

¿Te acuerdas de mi vecina de abajo, la viuda, la que tiene un hijo en Alemania, la que vive en el principal, la que al sonreír deja al descubierto un incisivo de oro, la que tiene las cenizas de su marido encima del televisor, la que tiene un cartel en la puerta de su casa en el que prohíbe fumar en el interior bajo multa de 100 euros, la que pinta al óleo, la que tiene un loro?

Daniel Nesquens y Rafa Vivas - Abrazos.

Raffaele no era guapo en el sentido estricto del término, pero, aun así, en Soreni todas las mujeres casaderas soñaban con él. En honor a la verdad, posiblemente también soñara alguna ya casada, porque hombres los había más ricos o más altos, pero ninguno había tenido a los veinte años esa mirada de un verde penetrante y socarrón que escrutaba los ojos de los demás como sin miedo del precio que hubiese que pagar.

Michela Murgia - La acabadora.


Las novelas de Philip K. Dick me las pasará mi amigo Ignasi, con sus gafas de lector incorformista, su nariz combada de no sé qué tribu mediterránea y su cicatriz en la barbilla desde niño. Ignasi es unos años mayor, y ha recorrido Europa en autoestop como los hippies de primera hora. Ha recogido fruta por todos los campos cultivados desde Lleida hasta Grecia y de este modo se ha cultivado él. Ignasi es el escéptico que vive ilusionado por todo. Una noche de juerga acabará agarrado a la taza del váter y al encontrármelo le preguntaré: Pero, Ignasi, ¿sabes dónde estás? Sí, en el paro, será su respuesta. Las novelas las trae en la mano como el predicador que lleva un revólver. Con él, solo se puede quedar a horas estrambóticas, a tal hora y treinta y seis minutos, a tal otra y once minutos, y entonces, con un porro finísimo en los labios, se presentará fascinantemente en el minuto exacto, en el sitio, en el banco del barrio, donde nos hemos citado. 

Javier Pérez Andújar - Paseos con mi madre.

04 septiembre 2012

Verano 2012 - Principios

A los veintidós años, en primavera, Sumire se enamoró por primera vez. Fue un amor violento como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura. Un amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó todo hacia el cielo en su torbellino, que lo descuartizó todo en un arranque de locura, que lo machacó todo por completo. Y, sin que su furia amainara un ápice, barrió el océano, arrasó sin misericordia las ruinas de Angkor Vat, calcinó con su fuego las selvas de la India repletas de manadas de desafortunados tigres y, convertido en tempestad de arena del desierto persa, sepultó alguna exótica ciudad amurallada. Fue un amor glorioso, monumental. La persona de quien Sumire se enamoró era diecisiete años mayor que ella, estaba casada. Y debo añadir que era una mujer. Aquí empezó todo y aquí acabó (casi) todo.

Haruki Murakami - Sputnik, mi amor.

Aunque esto no es un cuento, resulta que sí hay un personaje, un profesor de lengua y literatura al que vamos a llamar Manuel Pérez Aguado (Manolito para los amigos; en el estrado, don Manuel), que es un nombre que no compromete a casi nada, y apenas nada evoca. Quizá la única nota pintoresca en él sea precisamente el hecho de ser profesor de literatura. Hace poco fue a un banco a solicitar un crédito porque anda con ganas de introducir mejoras en el piso. Le demandaron la profesión, invitándolo así a demostrar su solvencia social. Él dijo: "Profesor de lengua y literatura en un instituto de bachillerato", y como el empleado lo mirase por un instante con cierta preocupación no exenta de estupor y piedad, Pérez apartó los ojos y se sintió como el protagonista de El castillo de Kafka: un agrimensor que no ha sido llamado y cuyos servicios no son tampoco necesarios, pero que sin embargo está ahí: gravoso, obstinado y absurdo. Entonces Manuel Pérez Aguado pensó que, al presentarse como profesor, era tanto como si hubiera dicho: soy-alguien-que-sabe. Porque, en efecto, lo primero que podría decirse de un profesor es que es-alguien-que-sabe. El empleado, con su mirada, parecía sin embargo decir: no sabrás tanto cuando no consigues convertir tu conocimiento en dinero, cuando tu sabiduría no te luce en la nómina. Y Pérez se llevó una mano a la cara y hubo de bajar los ojos ante el escándalo de aquella paradoja.

Luis Landero - Entre líneas: el cuento o la vida.

03 septiembre 2012

Verano 2012

Hoy es un buen día para salir de paseo.
¿Se vienen a dar una vuelta por algunas de mis lecturas de este verano?
Será un viaje en cuatro etapas: principios, personajes, libros y sexo (que no podría faltar, en este verano monopolizado por las famosas cincuenta sombras... aunque yo me lo haya ahorrado).

Les advierto: ¡menudo verano!
¿Están preparados?